El presidente de la Comisión de la Unión Africana (UA), Musa Faki Mahamat, ha achacado a la grave crisis de seguridad del Sahel a la prolongada inestabilidad en Libia, que «ha alimentado el terrorismo» en toda la región. Su intervención se ha celebrado en un encuentro de alto nivel de la UA al que han asistido representantes de Argelia, República del Congo, Sudáfrica, Egipto, Etiopía, Níger, Mauritania, Túnez, Sudán y Uganda. Desde Praefuturus, comprendemos que el presidente Mahamat aludía indirectamente no sólo a la división administrativa que vive el país libio debido a la existencia de dos Gobiernos en Trípoli y Tobrik (surgidos tras la guerra civil libia y el derrocamiento militar de Gadafi por una coalición internacional liderada por la OTAN, Francia, Qatar y Emiratos Árabes Unidos), sino también a la constante intervención extranjera de países occidentales, muy interesados en la continuidad de la fragmentación política del país para obtener ventajas económicas sobre la explotación de los recursos naturales libios. El resultado previsible han sido duros años de terrorismo islamista en el Sahel, utilizado por unos y otros para sus propios objetivos reales.
