El presidente ruso, Vladímir Putin, ve inevitable un conflicto a largo plazo que favorezca los intereses rusos y debilite a los aliados occidentales de Ucrania. Para ello, apuesta por ampliar la línea del frente hacia Járkov, para desgastar al ejército ucraniano, y pone como nuevo ministro de Defensa a Andréi Belóusov, un tecnócrata que impulse el complejo militar y la economía de guerra en Rusia. Belóusov es uno de los pretorianos de Putin, un defensor a ultranza de la necesidad de un estado fuerte y ha desempeñado un papel importante en la organización de la manufactura de drones. Así pues, dichos cambios en la estructura de defensa han alertado a Occidente, pues no sólo evidencian la intención rusa de alargar la guerra cuánto sea necesario (de cara a mantener la mejor posición posible en unas futuras, lejanas e inevitables negociaciones), sino también superar todos los errores surgidos en el seno del ejército ruso durante el primer año de la invasión.