El ministro de Justicia de Ucrania, Denís Maliuska, ha anunciado que las fuerzas armadas ucranianas crearán nuevas unidades formadas exclusivamente por antiguos presos comunes liberados tras haber firmado un contrato con el Ejército para alistarse. También reveló que los tribunales ucranianos ya han tramitado las peticiones de más de 600 presidiarios ucranianos de salir de prisión antes del cumplimiento íntegro de su pena y están recibiendo instrucción militar antes de ser desplegados en el frente para combatir. Asimismo, el ministro de Justicia calculó entre 15.000 y 20.000 el número de presos que tienen derecho a acogarse a esta ley, que por el momento excluye a condenados por delitos como asesinato múltiple, violación y corrupción política.
Desde Praefuturus, consideramos que esta medida obedece no sólo a los problemas de reclutamiento en un régimen tan corrupto como el ucraniano, ya puestos en evidencia desde difentes medios de comunicación desde el año pasado, sino también al inevitable y sangriento desgaste sufrido por las tropas del Ejército de Ucrania. Lamentablemente, sólo Estados Unidos y Reino Unido pueden detener esta guerra proxy, que apoyaron al principio esperando un rápido desangramiento económico y militar de Rusia para sacar fuera de la carrera geopolítica también a China, pero que nos está conduciendo a todo Occidente a un gigantesco callejón sin salida. De hecho, todas las partes implicadas parecen tener muy claro que no habrá negociaciones serias de paz hasta que no haya surgido un vencedor claro de las elecciones presidenciales estadounidenses, que se celebrarán el próximo 5 de noviembre. Hasta entonces, el drama ucraniano seguirá su inevitable y sangriento curso actual.