22/10/2025

En su reciente cumbre de Washington, la OTAN ha elevado significativamente el tono de sus críticas a China, sobre todo como supuesto «principal facilitador de la guerra de Rusia contra Ucrania», o por fortalecer la maquinaria de guerra rusa al proporcionarle componentes críticos en gran escala. Incluso el auge del comercio bilateral entre China y Rusia es tratado como una violación de las sanciones occidentales. No obstante, a pesar de la retórica, cada vez son más evidentes las presiones de Estados Unidos y Reino Unido para que la OTAN y la alianza Asia-Pacífico (Japón, Filipinas, Australia, Taiwán) converjan en su estrategia «Indo-Pacífico» (sumando la India), con el objetivo ya público de promover la aplicación colectiva del cerco sobre China para frenar su ascenso.

Desde Praefuturus, debemos recordar que la OTAN sólo ha puesto a China en el punto de mira en su cumbre de Madrid en 2022, cuando se describió por primera vez las ambiciones chinas como un desafío a su seguridad, es decir, cuando empezó a evidenciarse públicamente que Estados Unidos iba a perder en unas pocas décadas la hegemonía global frente a China. De ahí, el reciente vuelco hacia Asia tanto de EEUU como de la OTAN, deshaciéndose de todas las estrategias establecidas en 1971 por Kissinger y Nixon, que terminaron por apartar en su momento a la China de Mao de la antigua URSS. De ahí el renacido papel clave para Taiwán y la India diseñado por EEUU y la OTAN, a pesar de las crecientes muestras de independencia ofrecidas por el propio primer ministro, Narendra Modi, y de una India moderna que busca un espacio propio en mundo multilateral, sin imposiciones ni neocolonialismos occidentales de ninguna clase.

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