Meta, la empresa matriz de Facebook, Instagram y Washapp ha anunciado que ha prohibido a varios medios estatales rusos, incluidos Rossiya Segodnya, RT y otras entidades relacionadas, acceder a sus plataformas, una medida impuesta después de que el Gobierno estadounidense acusase recientemente a estos medios de actuar como un brazo de sus agencias de inteligencia de Rusia. De hecho se espera que los altos cargos de Meta, Microsoft y Alphabet declaren ante el Comité de Inteligencia del Senado sobre el trabajo de sus plataformas para combatir las amenazas extranjeras en las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre.
Desde Praefuturus, somos conscientes que todos los grandes medios están influidos en mayor o menor medida por unos intereses y objetivos ajenos a la simple libertad de expresión y/o información. No es un fenómeno nuevo en la historia humana, ni una práctica exclusiva de un grupo de países con una estructura política no demócratica. De hecho, si hacemos memoria, podremos recordar este tipo de episodios en numerosos episodios históricos de la Guerra Fría del pasado siglo XX por parte de las principales potencias democráticas (EEUU, Reino Unido, UE). Por eso, siempre recomendamos a nuestros lectores la importancia de leer de varias fuentes opuestas entre sí, contrastar la información y fomentar la autocrítica interna.
No obstante, observamos con extrema preocupación un hecho muy peligroso: se están volviendo a incrementar los ataques contra la libertad de expresión y el derecho a la información de los ciudadanos, imponiendo una censura de facto que busca un discurso único. Ello permitiría transmitir una sola percepción de los hechos extremadamente graves que están sucediendo en estos mismos momentos.
Seamos francos entre nosotros: las señales en el horizonte no parecen muy alentadoras. De ahí, la sinergia total entre el agudizamiento de las tensiones bélicas globales, la imposición de la propaganda amiga frente a la considerada enemiga y el respaldo casi total de la clase política occidental. A pesar de todas estas dificultades, nuestro deber ciudadano es seguir informándonos y manifestándonos enérgicamente en contra de una guerra directa, que sólo traería gravísimas consecuencias (en todos los niveles a considerar) para todos los ciudadanos de nuestro planeta.
