Irán lanzó ayer dos oleadas de entre 180 y 200 misiles balísticos contra Israel. El ataque se produjo después de que Israel invadiese Líbano, aunque los Guardianes de la Revolución aseguraron que sólo fue una respuesta a las muertes de los líderes de Hezbolá (Hasán Nasrala) y Hamás (Ismail Haniyeh). A pesar de que el Ejército israelí contó con la ayuda de numerosos destructores navales de la marina de Estados Unidos para derribarlos, por ahora las informaciones son contradictorias. Irán manifestó que sólo se atacaron objetivos militares y que se alcanzaron el 90% de los blancos, mientras que el Ejército israelí informó de que se habían derribado la «mayoría», aunque se produjeron varios impactos en el centro y sur de Israel y se están evaluando los daños.
La reacción inmediata de Estados Unidos ha sido asegurar que estaba preparado para ayudar a Israel a defenderse de esos ataques y a proteger al personal estadounidesen en la región. Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, aprovechó la caótica situación para tratar de alejar el foco mediático de la invasión israelí en el sur de Líbano (contra la que no se había pronunciado oficialmente ayer) para enfocarse en el reciente ataque iraní, culpando así exclusivamente a Irán por elevar supuestamente las tensiones en Oriente Próximo.
En cuanto a los propios aliados de Irán, la coalición de milicias proiraníes de Irak han amenazado las bases militares e «intereses» de Estados Unidos en tanto en el propio territorio iraquí como en toda la región si hay «cualquier acción hostil» estadoudenidense o israelí contra Irán. Por su parte, los hutíes de Yemen han apoyado el ataque iraní y, además de haber lanzado tres misiles de crucero contra «instalaciones militares» de Israel, también confirmado su «disposición» a unirse a «cualquier operación militar contra el enemigo israelí». Finalmente, Rusia ha evitado condenar el ataque iraní y ha pedido «moderación» a «todas las partes», aunque el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha hecho una alusión al «apoyo incondicional» que Estados Unidos brinda a Israel, incluso en el ámbito militar.
