
Después de un año de genocidio contra los palestinos en la Franja de Gaza, la guerra regional en Oriente Medio es ya una realidad impuesta por el militarismo de Benjamin Netanyahu. Ahora está gestando un conflicto global que tiene su próxima fase en Irán, que tendría efectos muy graves en todo el planeta, incluida una eventual crisis energética global debido a un posible cierre de crudo desde el golfo Pérsico y al cierre del suministro de petróleo y gas desde Irán. La huida hacia adelante de Netanyahu para preservar su poder interno e imponer la hegemonía de Israel en Oriente Medio tiene el aval de Estados Unidos, quien ha cerrado filas en todo momento con la estrategia de Netanyahu, jugando a dos barajas siempre que ha hecho falta. Evidentemente, algunos expertos opinan que tanto China como Rusia escudriñan el desarrollo de los acontecimientos y están empezando a mover sus fichas. En cualquier caso, si se desencadenase una guerra entre Irán e Israel, se dan todas las circunstancias para que esta conflagración tenga consecuencias directas en todo el planeta.