
Los primeros centros de votación en Estados Unidos abrieron sus puertas para dar comienzo a esta histórica jornada en la que los votantes elegirán entre la actual vicepresidenta y candidata del partido demócrata, Kamala Harris, y el expresidente republicano, Donald Trump. Sin embargo, en el sistema electoral estadounidense, el próximo presidente no se decidirá exactamente por voto el popular, sino que los votos de los ciudadanos designan a un número de electores en cada estado que conforman el Colegio Electoral y que se encargan de elegir al próximo inquilino de la Casa Blanca. Para ganar, los candidatos necesitan 270 compromisarios de los 538 totales.
Desde Praefuturus, consideramos necesario recordar que, a pesar de lo que le gustaría hacernos creer la infinita imaginería de la propaganda amiga, siempre ha habido casos sonoros y acusaciones oficiales de fraude electoral y/o malas prácticas intencionadas por los dos grandes partidos estadounidenses (demócrata y republicano) en cada convocatoria electoral del siglo XX y del XXI: desde las máquinas automáticas defectuosas de Florida para no contar los votos demócratas en los distritos electorales de mayoría afroamericana durante la candidatura de Al Gore del 2.000, a los recuentos de votos en las anteriores elecciones presidenciales de 2020, en las que Donald Trump pidió un recuento oficial de votos (por citar dos ejemplos relativamente frescos en la memoria colectiva). Así pues, la única certidumbre que podemos tener ahora mismo es que ambos candidatos reclamarán la victoria electoral.