
El ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Gideon Saar, ha anunciado que su país seguirá los pasos de Estados Unidos y se retirará del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, un órgano al que acusa de «atacar a un país democrático y propagar el antisemitismo, en lugar de promover los Derechos Humanos». Saar ha insistido en que el organismo internacional ha llevado a cabo una clara discriminación contra Israel, país que ha recibido más de un centenar de resoluciones condenatorias. Según el ministro, esto supone más del 20% de todas las resoluciones aprobadas en la historia del Consejo».
Desde Praefuturus, consideramos que la salida voluntaria israelí del Consejo de Derechos Humanos es un acto coherente con sus propios actos terribles pasados y presentes. Sin embargo, las razones esgrimidas no muestran tanta coherencia. Hagamos un pequeño ejercicio memorístico: Israel se marcha voluntariamente del Consejo de Derechos Humanos de la ONU tras un año y medio de guerra genocida contra la población civil palestina de la Franja de Gaza, pero, también tras más de medio siglo desoyendo las advertencias internacionales y manteniendo un sistema de apartheid sobre unos territorios ocupados y toda su población civil (palestina).
Es bastante normal que Israel haya ocupado tanto tiempo la atención del organismo internacional que vigila el cumplimiento de los Derechos Humanos. Y si no a podido ser obligado a responsabilizarse de las consecuencias de sus actos, ha sido gracias al veto y apoyo diplomático de Estados Unidos, Reino Unido y muchos países europeos.
Por lo tanto, está claro que ni EEUU ni Israel quieren hacerse cargo de las responsabilidades de sus actos pasados, presentes y/o futuros, por lo que han vuelto a quebrar en su propio beneficio, una vez más, el orden internacional acordado tras la segunda guerra mundial.