
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, avanzó ante el Congreso que su objetivo es construir el ejército «más poderoso del futuro» y que creará una nueva oficina de construcción naval en la Casa Blanca y un escudo de defensa antimisiles para todo el país. De hecho, aseguró que todos los países «deberían tener» uno de estos sistemas, como Israel. Con la excusa de «proteger a los ciudadanos» estadounidenses, también anunció que busca «impulsar la base industrial de defensa» de EEUU. Por último, Trump aseguró que vamos a «resucitar la industria naval norteamericana, incluyendo la construcción naval comercial y la construcción naval militar».
Desde Praefuturus, consideramos necesario resaltar varios puntos. En primer lugar, es obvio que la nueva administración Trump tiene que buscar nuevos objetivos que sustituyan los beneficios generados por la guerra proxy en Ucrania. Por ello, se impone una nueva (y completa) modernización de las Fuerzas Armadas estadounidenses, que permita una carrera armamentística directa con China.
Por otro lado, también debemos señalar que nos están señalando públicamente cuál será el siguiente paso para los aliados de la OTAN: la compra masiva (y obligada) de los costosos sistemas de defensa antimisiles estadounidenses. Compras forzosas a costa de grandes recortes en lo que quede del sistema de bienestar europeo y de un empobrecimiento general en la UE para financiar las nuevas modernizaciones de las Fuerzas Armadas estadounidenses.