14/12/2025

Las negociaciones a tres bandas entre EEUU, Rusia y Ucrania, celebradas en Arabia Saudí por separado, han dejado un débil acuerdo sobre «navegación segura» en el mar Negro, para el transporte sin peligro de cereales, que en realidad ya se estaba cumpliendo con intermitencias. También se pusieron de acuerdo para evitar los ataques contra las infraestructuras energéticas de Ucrania y Rusia, pero sin llegar a su implementación final en la práctica. Sin embargo, Rusia ha salido favorecida con estos acuerdos, ya que Estados Unidos se habría comprometido a restablecer su participación en el mercado mundial de exportaciones agrícolas y de fertilizantes, así como a puertos y sistemas de pago para tales transacciones. Además, también hay un espaldarazo tácito de EEUU a Rusia para que continúe sus avances en el frente y culmine las conquistas de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón.

Y pese a que es evidente que el «miedo a los rusos» es el pretexto de la Comisión Europea para apostar por la carrera de armamentos de la UE, este nuevo impulso al militarismo europeo también favorece un alto riesgo de confrontación, que puede conducir al enquistamiento de la guerra en Ucrania (en el mejor de los casos) o a una guerra abierta entre los aliados británicos y europeos contra Rusia (en el peor).

Desde Praefuturus, debemos recordar que la guerra proxy entre la OTAN y Rusia en territorio ucraniano sólo fue una estrategia rentable para Estados Unidos mientras había posibilidades aparentes de hundir económicamente (y quizá políticamente) a Rusia, para debilitar la red de alianzas de China y los BRICS. De ahí, todo el énfasis mediático en las sanciones europeas, británicas y de otros países, a pesar de que el mismo EEUU nunca llegó a aplicar las mismas sanciones: la verdad no contada en la prensa europea es que Estados Unidos siguió importando directamente productos estratégicos rusos como hidrocarburos, uranio, productos agropecuarios o fertilizantes incluso cuando Joe Biden estaba en la Casa Blanca (a diferencia de la UE, que para sobrevivir a sus propias sanciones, tuvo que comprar hidrocarburos -y otros productos- estadounidenses y de otros países intermediarios a precios muy inflados).

Sin embargo, cuando quedó claro que Rusia estrechó sus lazos con China no sólo para sobrevivir (y prosperar) a la guerra comercial, sino también conseguir grandes avances en el frente bélico ucraniano, los EEUU de Biden empezaron a rebajar públicamente su estrategia en el último año de su mandato (por la candidatura de Harris), al tiempo que se daba alas a Ucrania, Reino Unido, Francia y a la UE para que prolongasen en el tiempo el conflicto ucraniano. Incluso se favorecieron diversos medios (como la entrada en la región rusa de Kursk o los constantes ataques de drones ucranianos contra centrales nucleares en manos rusas) para una eventual escalada del conflicto, si los resultados electorales estadounidenses hubiesen sido otros.

Pero la llegada de la administración Trump a la Casa Blanca cambió completamente estos planes, porque la nueva estrategia ponía el foco en China y Oriente Medio. Para EEUU, ahora era vital volver a separar a China de Rusia, que siguiesen siendo socios reticentes o, mejor aún, rivales geoestratégicos (como en los tiempos de Henry Kissinger), considerando un grave error que la administración Biden hubiese permitido el acercamiento chino-ruso pese a sus mismas limitaciones actuales. Además, el escenario ucraniano estaba agotado de momento, pese a las quejas públicas de un Reino Unido y una UE que habían apostado demasiado de sus propias economías por estar en el lado ganador del reparto de minerales raros ucranianos.

De ahí, el nuevo entendimiento entre Estados Unidos y Rusia. No es una cuestión de locura personal de uno o dos dirigentes, ni de supuesta desinformación. Es política y economía puras, como siempre han sido la relaciones internacionales históricamente, más allá de los discursos públicos en los medios de comunicación o el terriblemente efectivo oficio de la propaganda amiga.

EEUU pretende aislar a Rusia de China y mermar su implicación en los BRICS, así como aplazar (o terminar) con la estrategia de desdolarización global de este grupo económico. Ucrania sólo es un medio para negociar con la vista puesta en objetivos más altos y obligatorios desde la perspectiva estadounidense, pese a quien le pese por haber apostado demasiado alto.

https://www.publico.es/internacional/europa/eeuu-rusia-dejan-ucrania-margen-maniobra-negociaciones-riad.html