
En este nuevo aniversario del Día de Victoria en Moscú, el presidente ruso, Vladimir Putin, recibirá a una veintena de líderes mundiales, entre los que se encontrarían los presidentes Xi Jinping (China), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Alesander Lukashenko (Bielorrusia), Abdelfatá al Sisi (Egipto), Aleksandar Vucic (Serbia), Nicolás Maduro (Venezuela). Además habrá representación gubernamental por parte de Sudáfrica, Vietnam o Indonesia. Asimismo, también han confirmado su participación el presidente Mahmud Abás (Autoridad Palestina) y Miguel Díaz-Canel (Cuba), así como del jefe de la junta militar de Burkina Faso, Ibrahim Traoré. El primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, también ha confirmado la asistencia de su país al evento, a pesar de las amenazas por de las autoridades de la Unión Europea que advirtieron que tomarían nota de los países europeos que asistiesen al evento. Por su parte, el primer ministro indio, Narendra Modi, canceló a raíz del reciente aumento de las tensiones con Pakistán.
Desde Praefuturus, consideramos necesario señalar que la escenificación de este día en Moscú es una prueba más de que Rusia no está aislada políticamente, a pesar de las presiones (más allá de sus atribuciones) por parte de la Comisión Europea contra cualquier posible independencia política real de sus países comunitarios o de las amenazas militares de Ucrania, que fingía no poder responsabilizarse de la propia salud de los mandatarios internacionales que estuviesen en la capital rusa hoy.
Es decir, a pesar de los mejores esfuerzos de la propaganda amiga (esta vez sin el pleno respaldo estadounidense), la diplomacia europea ha quedado visiblemente reducida una vez más a los peores estereotipos que reproducen actividades mafiosas y de otras organizaciones criminales similares, volviendo a demostrar unos comportamientos nada democráticos en Gobiernos que venden una falsa autoridad ética y moral para imponer sus intereses tanto a sus propios ciudadanos como a los de terceros países.
Por otro lado, esperamos que los líderes de Rusia y Estados Unidos logren pronto un acuerdo general de seguridad que ponga fin al tanto derramamiento de sangre en esta guerra proxy entre la OTAN y Rusia en suelo ucraniano, aunque las dificultades serán numerosas (Reino Unido, la UE y la propia Ucrania). Pero también nos tememos que apagar temporalmente el fuego bélico en Europa sólo provocaría el «repentino» reinicio de una mayor escalada militar en otras áreas del mundo (Oriente Próximo o Asia), mientras un EEUU en declive empuja a sus subordinados a debilitar a China y los BRICS+ en otros escenarios globales en un intento desesperado para mantener su hegemonía unipolar.