20/10/2025

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, abogó por «reequilibrar» una relación bilateral que ha llegado a su «punto de inflexión» por supuestos «crecientes desequilibrios» en la relación entre la UE y China. La solución para disminuir estos desequilibrios pasaría por aumentar «el acceso de las empresas europeas en China, limitar el impacto externo del exceso de capacidad y reducir los controles a la exportación». La presidenta de la Comisión Europea también aseguró que la UE cree en el libre comercio «pero también en la competencia justa». Por su parte, el presidente chino, Xi Jinping, ha destacado que si ambas partes «defienden y practican firmemente el multilateralismo», se mantendrá el dinamismo económico global y avanzará la tendencia hacia un mundo multipolar, incluso en un entorno internacional «cambiante».

Desde Praefuturus, debemos recordar que el discurso aparentemente agresivo de la presidenta de la Comisión Europea responde a imposiciones externas a la propia UE. Estados Unidos ha ejercido su influencia para mantenerse por delante de Pekín a través grandes presiones directas (diplomáticas, comerciales, aranceralias) o mediante presiones indirectas a través de organismos como la OTAN, que habían puesto los objetivos a abatir no sólo en Rusia, sino también en China, lo que ha condicionado las relaciones diplomáticas y comerciales tanto de la propia UE como de la mayoría de sus miembros comunitarios que también forman parte de dicha alianza militar.

Ya en la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid en junio de 2022 se señaló a China como un «desafío sistémico» y un «facilitador decisivo» en el esfuerzo bélico ruso en Ucrania, mientras que en la cumbre de La Haya de 2025 se asignaba a China la etiqueta de «riesgo emergente» para la seguridad euroatlántica; es decir, desde 2022 la Comisión Europea «asumió» que supuestamente había graves desequilibrios comerciales con China y que había que corregir toda la política comercial bilateral entre la Bruselas y Pekín, incluyendo la imposición de aranceles europeos a los coches eléctricos producidos en el gigante asiático o sustituir bienes y servicios chinos por sus homólogos estadounidenses (en beneficio no de la propia UE, sino de EEUU).

Y eso nos lleva a la situación internacional «cambiante» a la que aludía el presidente Xi. La Comisión Europea no puede oponerse a las imposiciones estadounidenses (o no quiere hacerlo con los medios actuales a su disposición), por lo que muchos de sus estados miembros están bordeando la letra de los acuerdos con China (como han hecho mayoritariamente con Rusia desde 2022) para sobrevivir en este entorno cada vez más restringido por dichas presiones estadounidenses.

No obstante, China ya está ganando la carrera tecnológica y está reduciendo distancias cada año en la carrera comercial, mientras que la estrategia estadounidense parece limitarse a seguir exprimiendo hasta el final a una UE impotente. Más preocupante aún si cabe, EEUU ha consultado recientemente a Japón y Australia para confirmen qué harían sus respectivos Gobiernos en caso de conflicto bélico entre EEUU y China por Taiwán (como se puede consultar en el Financial Times).