El prolongado conflicto ha generado un «punto de inflexión», un «antes y un después», que ninguno de los bandos podrá ignorar a partir de ahora. Tanto el sangriento y desesperado asalto de Hamás, como la brutal respuesta israelí contra la población civil palestina de Gaza, han roto una burbuja artificial que aislaba a la sociedad israelí, e indirectamente a la mayor parte de la sociedad europea y americana gracias a la complicidad de los medios de comunicación y las clases políticas, del sufrimiento generado a la población palestina. Y, a pesar de la dificultades inherentes a la hora de predecir el curso de los acontecimientos, parece evidente que las repercusiones que puedan suceder a partir de este momento nos afectarán a todos, de un modo u otro. Ya no hay vuelta atrás.