En un momento en que la ayuda humanitaria a los palestinos ha sido cancelada ya por una veintena de países, la mayor parte occidentales, cada vez está más claro que Israel está orquestando este escándalo para desviar la atención internacional de sus crímenes de guerra en la Franja de Gaza, al tiempo que demoniza la asistencia humanitaria de la ONU y abre el camino para vaciar la Franja de Gaza de su población civil palestina. Los planes del Gobierno de Netanyahu serían imposibles sin el firme apoyo de Estados Unidos, que fue el primero en retirar la ayuda a la UNRWA, seguidos rápidamente por Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Países Bajos, Austria, Finlandia, Islandia, Rumanía, Estonia, Lituania, Letonia, Suiza, Canadá, Australia y Japón. A pesar de esta creciente tensión, la UE esperará oficialmente a conocerse los resultados de la investigación de la ONU para tomar su propia decisión. Todo ello, mientras el ministro de Seguridad Nacional de Israel, Ben Gvir, ha vuelto a reclamar el reasentamiento en el extranjero, es decir, en otros países fuera de su territorio, de los 2,3 millones de palestinos que habitan la Franja de Gaza, con el objeto de despoblar el territorio de sus actuales habitantes para su anexión por parte de Israel.