La Unión Europea ha acordado el decimotercer paquete de sanciones a Rusia, tras la muerte del opositor ruso Alexei Navalni, de la que la UE acusa directamente a Vladimir Putin. Aunque este nuevo paquete es supuestamente más amplio que los anteriores por el número de empresas e individuos afectados, la gran novedad es que incluye por primera vez a empresas basadas en China. Hasta ahora, se había excluido de las sanciones a empresas chinas, por el rechazo a la «extraterritorialidad de las sanciones» y a incluir empresas de terceros países cuando hay europeas que también están sorteando las sanciones europeas. Desde Praefuturus, consideramos que estas sanciones sólo perjudican a la propia UE para el beneficio del resto de los países implicados, ya que se ha comprobado que son totalmente ineficaces en el pretendido objetivo militar, perjudican seriamente la economía exterior de los países comunitarios e incrementan los márgenes de beneficios de todos los países intermediarios. Dado que el peor de los casos (que podría a implicar una ruptura comercial total) no le interesa ni siquiera los propios líderes europeos, la continuidad de este tipo de sanciones sólo podría entenderse debido a imposiciones estadounidenses y británicas en su pugna global con Rusia y China, y/o a una desconexión europea en principio paulatina pero creciente del comercio internacional que haya asumido (voluntariamente o no) horizontes geopolíticos y económicos gravemente adversos.