La visita de dos días del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, a Pekín ha reforzado el eje económico y geopolítico entre Rusia y China, con una convergencia cada vez más clara y visible desde Ucrania a Oriente Medio. Por su parte, el Gobierno chino ha aprovechado para advertir a Estados Unidos y rechazar cualquier «crítica y presión» sobre sus lazos con Rusia, en respuesta a la amenaza de represalias lanzada por EEUU. La estrategia de confrontación de Occidente contra Rusia sólo está ayudando a que China se alinee aún más con Rusia y a que la diplomacia china proyecte su influencia exterior fuera de la esfera asiática, con el inestimable apoyo ruso. Tal y como indició el ministro Lavrov en Pekín, la gran apuesta sino-rusa pretende contrarrestar lo intentos de Estados Unidos de imponer un mundo unipolar basado en la mentalidad de la Guerra Fría.
