A pesar de los llamamientos políticos y la presión de la justicia internacional contra el genocidio palestino, Israel ha incrementado sus ataques contra la población palestina en toda la Franja de Gaza, sin hacer distinciones entre campamentos de refugiados, ni hospitales, escuelas o sedes de organismos internacionales asociados a la ONU. Asimismo, también amenaza con extender la guerra al vecino Líbano. De hecho, el reciente anuncio de Netanyahu de que Israel iba a realizar una «acción muy fuerte» contra Hezbola, se ha visto acompañado de la movilización de 50.000 reservistas más y el jefe del Comando Norte del Ejército israelí, el mayor general Ori Gordin, ha afirmado que sus tropas están listas para una «guerra total» con Hezbolá.
Desde Praefuturus, nos vemos obligados a recordar que el Gobierno de Netayanhu nunca pondría un fin voluntario a la ofensiva militar israelí en la Franja de Gaza, tras los ataques de Hamás del 7 de noviembre que sirvieron de pretexto a las autoridades israelíes para intentar anexionarse el territorio gazatí así como sus recursos naturales, con la expulsión o muerte de la población palestina residente allí. Lamentablemente, también hemos tenido que explicar que el Gobierno de Netanyahu tendría que subir las apuestas para tratar de prolongar su mandato político y garantizar su impunidad frente a cualquier reclamación externa e interna, convirtiendo un pequeño pero horrible conflicto en una guerra regional contra Líbano y/o Siria. Y la temeridad israelí sólo seguirá subiendo a medida que nos acerquemos temporalmente al horizonte de las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre. Únicamente la administración estadounidense del presidente Joe Biden podría poner fin a esta situación tan crítica, pero no se arriesgará a enfrentarse públicamente a Israel en plena campaña electoral.