
El Ejército de Israel ha lanzado panfletos durante la noche sobre la ciudad de Gaza, situada en el norte de la Franja, para reclamar a todos sus habitantes, unos 200.000 palestinos, que abandonen la localidad y se dirijan hacia el centro del enclave, en medio de la intensificación de la ofensiva contra varios barrios durante las últimas semanas. Asimismo, el ministro de Defensa de Israel, Yolav Gallant, ha tenido que defender ante el parlamento israelí la decisión de reconectar a la red eléctrica de Israel una planta desalinizadora en Gaza, explicando que «la legitimidad internacional que reclama que haya condiciones humanitarias es una condición básica para permitir las operaciones del Ejército».
Desde Praefuturus, consideramos que las mínimas concesiones realizadas forzosamente por el Gobierno israelí hacia la población civil palestina son fruto de todas las presiones, internas y externas, que convergen ahora hacia la coalición gobernante en Israel, aunque probablemente sea la administración Biden quien tenga la última palabra a la hora de evitar o no la regionalización de la guerra. De hecho, la invitación de la OTAN a Israel para que asista como invitado a la cumbre de Washington parece augurar la toma de nuevas decisiones o acuerdos acerca de estas cuestiones.