
El intento de asesinato del expresidente estadounidense, Donald Trump, y el impulso que pueda dar a su carrera electoral contra el actual presidente, Joe Biden, ha desencadenado una reacción diferente en Rusia y Ucrania. En Ucrania, el temor de Zelenski y su Estado Mayor es que el Ejército ucraniano no pueda sostenerse en las cuatro zonas de combate actuales (Járkov, Donest, Zaporiyia y Jersón) y que la llegada de Trump a la Casa Blanca reduzca sustancialmente la ayuda militar estadounidense y afecte en igual modo al resto de países de la OTAN. Por su parte, Rusia espera que una hipotética victoria Trump promoviese el inicio de un proceso de negoción para firmar una paz durarera con garantías internacionales, consolidar formalmente los territorios ucranianos de población de mayoría rusa bajo su control y acordar el fin del proceso de integración de Ucrania en la OTAN.
Desde Praefuturus, consideramos necesario recordar los recientes intentos de magnicidio de los últimos meses contra políticos que defenden el fin de la guerra proxy en Ucrania, o peor aún, de una próxima guerra directa contra Rusia. Le pasó en mayo de este año al presidente de Eslovaquia, Robert Fico. Este fin de semana le ha sucedido lo propio a Donald Trump en Pensilvania, Estados Unidos. Dejando a un lado las ideologías e intereses de unos y otros, ¿no es excesivamente casual que los mejores equipos de seguridad sólo fallen contra políticos internacionales que han explicado públicamente que no quieren ni es deseable una guerra directa contra Rusia? Por ello, nos tememos que puedan darse más eventos, incluso de una gravedad terrible, hasta que haya formalmente un vencedor claro en las elecciones presidenciales de noviembre en EEUU.