El presidente de EEUU, Joe Biden, ha confirmado en un discurso a la nación que seguirá en el puesto durante los próximos 6 meses. Además, de defender públicamente las acciones de su Administración y la candidatura presidencial de su vicepresidenta, Kamala Harris, también ha presumido de que Estados Unidos «no está en ninguna guerra» y que seguirá adelante con la coalición internacional para «impedir que (el presidente de Rusia, Vladímir) Putin se apodere de Ucrania y haga más daño». Asismismo, Biden ha seguido defendiendo que seguirá luchando para seguir fortaleciendo a la OTAN, para evitar que China supere a Estados Unidos y para poner fin a la guerra en la Franja de Gaza que permita tanto la liberación de los rehenes israelíes como «llevar la paz» a Oriente Próximo.
Desde Praefuturus, debemos resaltar la constante contradicción entre el lenguaje político utilizado y los hechos señalados, una constante en cualquier discurso político, especialmente cuando hablamos del escenario estadounidense. A una mente racional y lógica le debería resultar muy difícil estar de acuerdo en que EEUU no está «ninguna guerra» a la vez que se defiende una coalición internacional implicada en una «guerra proxy» en Ucrania contra Rusia, más allá del uso de argumentos sofistas. Peor aún, la administración Biden estará mancillada para siempre por haber permitido (y protegido con todos los medios a su alcance) la guerra genocida de la ofensiva israelí y la masacre de aproximadamente 39.100 palestinos (la mayoría de ellos civiles, sobre todo mujeres y niños) en la Franja de Gaza. Hechos reales, no discursos floridos. Eso es lo que tenemos que exigir los ciudadanos a los grandes líderes internacionales.
