
Alemania extenderá, desde el próximo lunes y hasta el 15 de marzo, los controles que ya tenía en sus fronteras con Suiza, Austria, República Checa y Polonia, ampliándolos para incluir las de Francia, Luxemburgo, Países Bajos, Bélgica y Dinamarca. De momento, la Comisión Europea ha evitado a toda costa elevar el tono contra estas medidas como vino haciendo en el pasado cuando otros países comunitarios (Italia, Hungría o Polonia) trataron de tomar medidas similares, aunque ha sido precisamente el primer ministro polaco, Donald Tusk, quien ha reaccionado con más vehemencia dentro de la Unión Europea, al clasificar este movimiento germano como «una suspensión de facto y a gran escala del pacto Schengen».