En un momento clave de la campaña presidencial de EEUU, Ucrania se ha convertido en un elemento más de la pugna electoral: con el candidato republicano, Donald Trump, partidario de poner fin cuanto antes al conflicto con Rusia, y la candidata demócratra, Kamala Harris, hablando de mantener la ayuda estadounidense para evitar el colapso ucraniano frente a la presión bélica rusa. Los tiempos son complejos. Rusia ha lanzado el inevitable gran contraataque en el Kursk, reconquistando decenas de asentamientos y aldeas. Por su parte, el Gobierno ucraniano y algunos socios europeos siguen solicitando el permiso estadounidense para utilizar misiles de largo alcance contra el territorio ruso (permiso negado por ahora ante el temor justificado de que esa medida escalase aún más el conflicto). «La situación está empeorando y podría llevar a la Tercera Guerra Mundial… Estamos jugando con una Tercera Guerra Mundial», advirtió Trump recientemente.
