
Tras casi 42.000 muertos palestinos a sus espaldas y con la región al borde de un conflicto total por la invasión de Líbano, ni la Unión Europea ni ninguno de los Estados comunitarios ha roto sus lazos con Israel, dejando fuera de cualquier posible debate medidas reales como posibles sanciones diplomáticas o económicas (embargos o sanciones). Durante estos doce meses, en los que el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) ha estado dirimiendo si Israel está cometiendo un genocidio en Gaza, ha exigido todas las medidas para prevenirlo, y el fiscal general de la Corte Penal ha solicitado una orden de captura contra el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, la Unión Europea se ha limitado a emitir declaraciones laxas y equidistantes. No se ha tomado ninguna represalia aún cuando el alto representante saliente de la UE reconoció hace pocos meses: «Gaza era antes de la guerra la cárcel al aire libre más grande del mundo. Hoy es el mayor cementerio al aire del libre del mundo».