Los primeros síntomas de división dentro de la Unión Europea se produjeron tras los atentados de Hamás del 7 de octubre y el inicio de la ofensiva terrestre israelí contra la población civil palestina de la Franja de Gaza, cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, viajó ella misma a Israel y dio su apoyo incondicional a Benjamin Netanyahu, saltándose los límites de su cargo como presidenta la Comisión para intentar fijar artificialmente una posición común. Por otro lado, Bélgica, España e Irlanda son los países comunitarios que han mantenido hasta ahora una posición más dura con Israel por los crímenes cometidos en la Franja de Gaza. Desde la invasión israelí de Líbano, Francia ha cambiado de postura política, pasando de ser un férreo defensor del derecho de autodefensa israelí a solicitar abiertamente un embargo común de armas contra Israel. Sin embargo, nuevamente la presidenta de la Comisión Europea no sólo guardó silencio cuando se produjo la invasión israelí de Líbano, sino que además condenó rápidamente los bombardeos de respuestas de Irán, acuasando al país de agitar las llamas del conflicto. Asimismo, tanto Alemania, como Hungría o la República Checa continúan siendo los principales protectores de Israel, ayudando a evitar por diferentes razones que este país asuma las consecuencias de sus salvajes actos en toda la región.
