El ministro de Asuntos Exteriores británico, David Lammy, ha anunciado una nueva batería de sanciones contra 3 asentamientos de colonos extremistas israelíes y 4 organizaciones relacionadas con su construcción o que «han apoyado incitado o promovido» hechos de violencia contra la población palestina en la Cisjordania ocupada, en los que el Gobierno israelí ha permitido que «reine un clima de impunidad en el que todo está permitido».
Desde Praefuturus, consideramos que ésta medida británica no se centra realmente en el núcleo principal del problema, sino más bien en algunas de sus manifestaciones periféricas más visibles. Es un paso tremendamente desganado en la buena dirección, para contentar a los propios votantes laboristas. Y sin embargo, por paradójico que pueda parecer, también es un paso de gigante si lo comparamos a nivel interno con otros Gobiernos conservadores y laboristas británicos (Sunak, Johnson, Cameron, Brown y Blair), así como si lo comparamos a nivel externo con las (inexistentes medidas) tomadas por los Veintisiete dentro de la UE para detener la violencia israelí en los territorios ocupados de Cisjordania.
Si consiguen resistir la presiones estadounidenses e israelíes, por un lado, y si se logra incrementar realmente el alcance de sus efectos, medidas como ésta podrían suponer el fin de la carnicería organizada que tratan de imponernos en Oriente Próximo. Por ello, creemos que los votantes laboristas deberían seguir presionando para subrir el listón del nuevo ejecutivo británico, de modo que la acción real no se quede atrapada artificalmente en falsos debates mediáticos, mientras dure la crisis desatada por el actual Gobierno de coalición israelí con el apoyo material de la administración estadounidense del presidente Joe Biden (que tiene las manos tan manchadas de sangre de civiles palestinos y libaneses como el propio Netanyahu).
