
Los gaseoductos Nord Stream, que sufrieron un sabotaje de finales de septiembre de 2022 en el mar Báltico, registrado un total de 6 bombas, en lugar de 4, según se desprende de los documentos judiciales presentados ante la Justicia alemana por la propia compañía que gestiona las tuberías, Nord Stream AG, en el marco de una investigación abierta entre la empresa y varias compañías de seguros. Estos 6 explosivos fueron colocados en cuatro zonas diferenciadas de los gaseoductos, confirmando que el ataque tuvo mayor envergadura de la prevista inicialmente.
Desde Praefuturus, siempre hemos señalado que este acto fue un sabotaje intencionado contra las infraestructuras energéticas de la Unión Europea, con el claro objetivo de distanciar a Alemania de Rusia y posicionar a la propia UE en la guerra proxy ucraniana contra Rusia. Igualmente, EEUU también pudo vender sus reservas sobrantes de gas, fruto del fracking, a sus necesitados socios europeos, a un precio muy superior (sólo son negocios) del que pagaban los países europeos a las empresas rusas.
¿A quién beneficia todo esto? Desde luego no a la propia Rusia, que si hubiera querido simplemente presionar a Europea, le hubiese bastado con apretar un botón, sin destruir esta carísima infraestructura para poder reutilizarla cuando se reanudase el comercio con la Unión Europea de nuevo. Tampoco iba a beneficiar a la propia UE, cuyos países miembros y ciudadanos comunitarios han visto un recorte constante en su margen económico. La lista de posibles culpables se reduce.
De aquí, dodemos deducir algunas conclusiones: primero, se han cerrado las investigaciones oficiales de algunos países europeos (Suecia y Dinamarca) cuando las conclusiones empezaron a señalar al bando propio, dada la magnitud de las operaciones; segundo, aunque se sigue la investigación acerca de una remota pista de una supuesta operación de inteligencia ucraniana con complicidad polaca, lo cierto es que ningún país se toma en serio que varios operativos ucranianos puedan realizar una operación como ésta en el mar más vigilado del mundo y con la tecnología más puntera (militar y satelital) tanto por la OTAN como por la propia Rusia; en tercer lugar, el mismo presidente estadounidense, Joe Biden, reconoció ante la prensa en febrero de 2022 que «pondría fin» al Nord Stream, anticipándose unos 6 meses a los aciagos sucesos del sabotaje intencionado.
Visto lo visto, esperemos que los culpables, y sus cómplices necesarios, sean llevados ante la Justicia internacional, para pagar tanto por los crímenes en sí mismos, como por su ocultamiento deliberado durante estos más de dos años.