
La ofensiva a gran escala lanzada el miércoles por diversos grupos rebeldes, encabezados por Hayat Tahrir al Sham (HTS), una organización terrorista heredera del Frente al Nusra (que fue filial de Al Qaeda) contra el Ejército de Siria en la provincia septentrional de Alepo ha dejado por ahora más de 130 muertos, entre ellos unos 50 militares sirios frente a 65 muertos en la HTS y 18 facciones integradas en el rebelde Ejército Nacional. Por su parte, el Gobierno sirio ha confirmado los combates en la zona y ha acusado a «organizaciones terroristas armadas» encabezadas por HTS de lanzar «un gran ataque en un frente amplio», sin pronunciarse en el posible número de bajas en ambos lados. No obstante, las autoridades sirias afirman que las Fuerzas Armadas «han repelido» la ofensiva, si bien reconocen que continúan los combates en la zona. «Nuestras fuerzas se enfrentan a las organizaciones terroristas con distintos medios de fuego y en cooperación con fuerzas amigas», ha señalado el Ministerio de Defensa sirio, aludiendo posiblemente a la participación de aviones rusos en los esfuerzos para repeler la ofensiva.
Desde Praefuturus, queremos recordar que la guerra civil siria es una tragedia que padece Siria desde el 2011. Surgida aparentemente bajo el calor de la llamada «Primavera Árabe» (2010-2012), en el caso sirio estuvo protagonizada por grupos étnicos y religiosos que buscaban derribar el Gobierno prorruso y proiraní de los Assad. Pese a que estos grupos contaban públicamente con todo el apoyo indirecto occidental (Estados Unidos, Reino Unido y Francia) e incluso Turquía se adentró en territorio sirio con la excusa de combatir a las milicias kurdas presentes en las fronteras entre ambos países. Aun así, el régimen de Al Assad parecía que iba a aguantar todos estos graves problemas.
Sin embargo, pronto fueron evidentes las operaciones organizaciones terroristas también patrocinadas patrocinadas con equipo militar, inteligencia y dinero occidental (como ya se había hecho en Afganistán contra la URSS) para intentar lograr a través de las armas lo que no habían conseguido las manifestaciones y protestas pacíficas. Estos grupos terroristas islamistas sí estuvieron a punto de lograr derrumbar el régimen sirio, que tuvo pedir la ayuda de su aliado ruso. Rusia envió a sus Fuerzas Aéreas en 2015 para hacer retroceder a estos grupos rebeldes liderados por el Estado Islámico hasta sus posiciones originales. Desde entonces, habido numerosas treguas y estallidos de violencia. La última de estas treguas había durado varios meses, gracias al apoyo ruso y turco.
Por tanto, a pesar de que queda muy claro que el papel internacional en este conflicto armado es evidente por todas las partes implicadas, la reactivación occidental de los grupos terroristas es una señal nefasta que no augura nada bueno ni para Siria ni para Oriente Próximo.