
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha defendido que la OTAN construya relaciones fuertes con países de África, Oriente Próximo y el golfo Pérsico para frenar la influencia rusa y china en ambas regiones. También ha valorado positivamente la presencia del rey Abdallá II de Jordania en la reunión de ministros de los 32 países miembros de la alianza militar, reconociendo explícitamente que Jordania es «uno de los socios más importantes de la OTAN en Oriente Próximo». Siguiendo el ejemplo de algunos países de Asia-Pacífico, que se han convertido en habituales en las cumbres de la OTAN, también se puso como objetivo que la alianza militar pueda invitar a los países de la región en la próxima reunión ministerial.
Desde Praefuturus, consideramos que el discurso de Rutte es un recocimiento indirecto de las debilidades de un imperio en declive, que busca revitalizar los conflictos regionales para justificar su propia supervivencia. Todo parece apuntar a que pronto veremos la reactivación y el agravamiento de conflictos viejos y nuevos en África (como la región del Sahel, especialmente) gracias a un Occidente muy interesado en conservar a toda costa su hegomonía global frente a China y Rusia.
En cualquier caso, estos discursos evidencian un escenario global de nueva Guerra Fría (esta vez sin factor ideológico central), en la que la propia OTAN jugará un importantísimo papel hegemónico a través de la propagación del caos armado y la dependencia absoluta de terceros países.