
El secretario saliente del Departamento de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, ha defendido ante sus homólogos de Qatar, Jordania y Emiratos Árabes Unidos (EAU) la necesidad de que el «pueblo sirio» decida el futuro del país a través de un «proceso integrador y transparente», reiterando que «todos» los actores implicados en el nuevo Gobierno protejan y respeten los derechos de todos los civiles.
Desde Praefuturus, consideramos que este discurso público no deja de ser el clásico recurso de propaganda estadounidense, hueco y sin ningún valor más allá del meramente retórico. Todos los protagonistas saben muy bien que es imposible instaurar un proceso verdaderamente democrático y respetuoso con los derechos humanos con un país tan fragmentado y dividido como es la actual Siria, debido a los esfuerzos occidentales y regionales por acabar con el Gobierno sirio. Ya hemos sido testigos de los ejemplos parecidos en Libia o Afganistán para saber qué buscan que suceda en territorio sirio una vez que las autoridades han caído. «Divide et impera», afirmaban los romanos al referirse al destino de las poblaciones sometidas. Los EEUU siempre han sido discípulos muy aplicados de esta máxima política de la antigüedad.
Uno podría hacerse muchas preguntas acerca de los sacrificios que están dispuestos a hacer los protagonistas de esta nueva situación para garantizar un proceso democrático genuino: ¿Podrán las fuerzas yihadistas herederas de los anteriores Frente de Al-Nusra y el Estado Islámico reconvertirse ahora en representantes y paladines de la democracia contando únicamente a su favor con los discursos mediáticos occidentales? ¿O sólo se seguirá considerando grupo terrorista a las milicias kurdas del PKK? ¿Abandonará EEUU su presencia militar en los principales yacimientos petroleros sirios? ¿Dejarán Turquía e Israel de invadir militarmente territorio sirio?
Como usted ya sabe muy bien, parece poco probable, señor Blinken.