
Se han puesto todas las esperanzas en el alto el fuego temporal entre Hamás e Israel, que entrará en efecto presumiblemente este domingo. Ahora bien, este alto el fuego no aclara puntos importantes como la retirada de las tropas israelíes de las principales zonas pobladas de Gaza, ni su presencia en los corredores fronterizos ni el futuro de Hamás en caso de un acuerdo de paz. Es más, aunque la ONU se haya apresurado a ubicar este acuerdo en la integridad del territorio ocupado palestino y aliente el fin del genocidio palestino, deja su cumplimiento en manos de Netanyahu, que consiguió la ruptura de otros intentos de tregua similares. Por ello, es posible que el primer ministro israelí permita la primera fase del acuerdo de alto el fuego, pero es dudoso que cuaje más allá de esas fases iniciales, contando esta vez con el apoyo de la administración estadounidense del presidente electo Donald Trump.
Desde Praefuturus, consideramos necesario recordar que los objetivos reales del Gobierno de coalición del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, nunca fue la liberación de los secuestrados israelíes en manos de Hamás, sino un estado de estado de guerra constante que le permitiese evadir a Netanyahu los tribunales judiciales de su propio país, aprovechando intencionalmente esta coyuntura para culminar viejos objetivos geoestratégicos e históricos para Israel como convertir la Franja de Gaza en un territorio anexionado sin población palestina, la expansión del conflicto a Líbano o Siria para conseguir más avances territoriales, los ataques contra las milicias respaldas por Irán en Yemen e Irak, o forzar un futuro cambio de régimen en Irán que permita la hegemonía total de Estados Unidos e Israel sobre Oriente Medio.