
Donald Trump revocó en las primeras horas de su presidencia la orden presidencial del pasado 14 de enero con la que el expresidente Joe Biden sacó a Cuba de la lista estadounidense de estados promotores del terrorismo, utilizando como excusa la presencia en la isla de miembros de la guerrilla colombiana del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que habían viajado a Cuba para iniciar conversaciones de paz con el Gobierno de Colombia. Por lo tanto, Cuba vuelve a sufrir un mayor control a sus exportaciones, restricciones en la ayuda exterior, mayores requisitos para los visados y diversas sanciones económicas, además de la consabida prohibición de venta de armas a la isla.
Desde Praefuturus, debemos condenar sin ambages la inclusión de Cuba en la citada lista, un hecho que responde únicamente a razones políticas. A pesar de que el Gobierno cubano hace mucho tiempo que abandonó la política exterior de la Guerra Fría, el peso de cierta parte del electorado latino, vinculado al exilio cubano, ha mantenido esta cuestión como una auténtica política de estado dentro de los sectores más tradicionales del partido republicano estadounidense. Desgraciadamente, la nominación de Marco Rubio como nuevo secretario de Estado de EEUU por parte de Donald Trump sólo prolonga una situación ya compleja en las tensas relaciones entre Cuba y Estados Unidos, en perjuicio del propio pueblo cubano.