
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, delineó su estrategia para recuperar la influencia de su país en el resto del continente americano, especialmente América Latina, que había sido abandonada desde los sucesos del 11-S de 2001. Sin embargo, la entrada sigilosa de China aprovechó ese vacío utilizando préstamos estructurados, coinversiones, compra de concesiones, contratos de materia prima con derivados o acuerdos de libre comercio. Hoy en día, China se ha convertido en el principal socio comercial de Brasil, Chile y Argentina. De hecho, siete países latinoamericanos se han unido hasta ahora al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. No obstante, en lugar de mejorar la oferta china en a región, Trump quiere reducir los 20 años de abandono con tarifas especiales, sanciones y amenazas del uso de la fuerza, lo que puede volver a convertir a América Latina en un campo de batalla económico entre las actuales grandes potencias globales.