Las autoridades de Siria han denunciado la exclusión de las milicias kurdas de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) en la próxima conferencia de diálogo nacional que están planeando para definir el rumbo político del país tras el colapso del régimen del expresidente Bashar al Assad. La excusa esgrimida es que las milicias kurdas se niegan a deponer las armas y a formar parte de una estructura unificada de seguridad. Por su parte, , el portavoz de las FDS, Farshad Shami, ha explicado que «cualquier conferencia que excluya a las FDS o a la AANES», la principal entidad política representativa del pueblo kurdo-sirio, la Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria, «no tendrá carácter ni nacional ni de unidad, sino que será una repetición de la anterior política de exclusión que condujo a la destrucción de Siria y a la fragmentación de su sociedad».
Desde Praefuturus, debemos señalar que esta exclusión de las milicias y organizaciones civiles kurdas por parte de las nuevas autoridades sirias no ha sorprendido a nadie, ni siquiera a los propios kurdo-sirios. Estaba claro que los nuevos líderes sirios, procedentes de grupos yihadistas radicales como Hayat Tahrir al Sham (HTS), no iban a permitir autonomías cuasi independientes en su territorio, al margen de las alianzas o treguas realizadas previamente para derrocar a Bashar al Assad.
Pero es que, además, Turquía, que ha servido como centralizador de la ayuda en armas y financiación para estos grupos yihadistas, tampoco iba a permitir bajo ningún concepto la creación de un territorio kurdo independiente o semi independiente, incluso utilizando la fuerza militar para impedir que sucediese algo así. Recordemos que el Ejército turco sigue ocupando ilegalmente una ancha franja a lo largo de la frontera compartida entre ambos países, con la excusa de combatir precisamente al PKK y las milicias kurdas.
Sin embargo, ni las FDS ni la AANESS van a permanecer desguarnecidas. Seguirán contando con cierto apoyo desde Occidente (especialmente EEUU) como amenaza disuasoria contra las nuevas autoridades que han ayudado a instaurar activamente en Siria, en una zona rica en yacimientos de hidrocarburos que tropas estadounidenses ocuparon durante la pasada guerra civil siria (y nunca abandonaron, ni siquiera en estos momentos).
