
Chile se quedó el martes sin electricidad ni conexión durante más de ocho horas, en el mayor apagón registrado en el país, sólo comparable a los efectos del terremoto de 2010. La interrupción obligó al Gobierno chileno a decretar el estado de excepción, junto con el toque de queda nocturno, para prevenir el caos y el desconcierto entre la población. Aunque se están realizando las oportunas investigaciones, las autoridades chilenas han culpado a las empresas energéticas de la fragilidad de un sector estratégico completamente privatizado.