
Alemania comenzará a controlar de manera temporal todas sus fronteras terrestres. Es más, la ministra de Interior germana, Nancy Faeser, ha afirmado que su país sólo pretende «reducir aún más la inmigración irregular, detener a los contrabandistas, detener a los delincuentes e identificar y detener a los islamistas». Sin embargo, no sólo algunos países vecinos (como Austria o Polonia) han sido muy críticos con esta medida, sino que también lo han sido países comunitarios como Grecia, que acusan a Alemania de romper de forma unilateral el acuerdo Schengen. Por su parte, la Comisión Europea se ha limitado a recordar que el Código de Fronteras Schengen permite a los Estados miembros introducir controles fronterizos en situaciones de amenaza, siempre que se considere «necesario y proporcionado».
Desde Praefuturus, ya hemos resaltado anteriormente que, aunque la sorprendente medida germana pueda parecer únicamente fruto de las presiones políticas internas tras las elecciones regionales en los parlamentos de Sajonia y Turingia, en realidad estamos asistiendo a una confluencia factores (políticos, económicos, etc) que delantan el progresivo derrumbe no sólo del llamado motor económico alemán, sino que también pueden suponer el fin del modelo de la Unión Europea tal y como la hemos conocido durante las últimas décadas. Un hecho que consideramos muy significativo en estos momentos es el atronador silencio de una Comisión Europea que no ha dudado en interferir activamente en este y/o otros temas siempre que ha podido, lo que es otra señal clara de que vamos a pasar por meses (quizá años) muy complicados y que, tal vez, solo tal vez, las autoridades alemanas únicamente estén dando unos primeros pasos preventivos para afrontar otra grave amenaza en el horizonte.